martes, 26 de enero de 2016

Los juegos del hambre y otras 15 sagas literarias

¡¡Advertencia!! Esta entrada de Post será de las más largas que he escrito, y empezaré diciendo que desde el estreno de Los Juegos del Hambre: En llamas, segunda entrega de las adaptaciones cinematográficas de la saga literaria de Suzanne Collins, nos obliga a efectuar un repaso a un fenómeno que no debe ser ignorado actualmente en el mainstream, y ese no es otro que la fiebre por trasladar a la pantalla grande cualquier serie de novelas juveniles que haya tenido cierto éxito.

La fórmula suele estar bien clara: base de género fantástico, caras jóvenes y emergentes y hormonas, muchas hormonas flotando en el ambiente. Algunas se quedan en el intento, otras se conforman con dignos resultados y las elegidas rompen la pana en las taquillas de medio mundo.

- Los Juegos del Hambre:

En estos momentos, la saga juvenil más exitosa económicamente de largo en el panorama de las multisalas, con una Jennifer Lawrence que ha fagocitado a sus acompañantes masculinos (Josh Hutcherson y Liam Hemsworth) y se toma la peli como un relajante desenfreno entre producciones de más prestigio.

La primera parte funcionó gracias a ella y al atractivo de la premisa, un mix entre Crepúsculo, Perseguido y Battle Royale lastrado por el penoso trabajo de puesta en escena de Gary Ross. Ahora le sustituye Francis Lawrence (Soy leyenda), que tampoco es ninguna lumbrera pero rueda bastante mejor y posee mayor experiencia en el manejo de superproducciones. Y rodeando a la estupenda Lawrence, una interminable (e hilarante) retahíla de secundarios famosetes ansiosos por cobrar el cheque.

- Crepúsculo:

Ni más ni menos que cinco películas se han rodado ya a partir de los originales de Stephanie Meyer, criada en una familia perteneciente a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Puede que sea por ello que el componente sexual de la saga esté fuertemente reprimido, hasta estallar en la cuarta entrega con un polvo vampiro-humana y posterior embarazo memorable. En cualquier caso, la serie convirtió en iconos sexuales juveniles -y estrellas de cine- a su trío protagonista: Robert Pattinson, Kristen Stewart y Taylor Lautner. El trabajo de cineastas como Catherine Hardwicke, Chris Weitz, David Slade y Bill Condon, perfectamente intercambiable.

- Harry Potter:

Diez años, ocho películas y miles y miles de millones de dólares después, la saga juvenil por excelencia llegó a su fin con un saldo comercial apabullante y resultados artísticos más que dignos, aunque al que estas líneas escribe ya le cayeron algunas collejas por escribir en esta misma casa que su favorita era sin duda Harry Potter y el cáliz de fuego (Mike Newell, 2005), bastante mejor que el exceso de pompa de Harry Potter y el prisionero de Azkabán (Alfonso Cuarón, 2003) y los excesos hipertrofiados de las últimas entregas a cargo de David Yates. Daniel Radcliffe y Emma Watson, ya credicitos, han tenido algún que otro escarceo subido de tono. El primero escandalizó a los fans (y sus padres) despelotándose en una obra de teatro, y la segunda ya exhibe sus aptitudes en cintas como This is the End o The Bling Ring.

- Eragon:

La primera adaptación cinematográfica de exitosa la trilogía escrita por Christopher Paolini no alcanzó el rebufo de El Señor de los Anillos y quedó como un mero exploit de cuidada producción pero mediocres resultados artísticos y económicos, lo que impidió la continuidad de la saga en pantalla grande. El debutante Stefen Fangmeier no ha vuelto a dirigir una peli y el atractivo juvenil de Ed Speelers y Sienna Guillory no fue suficiente para atraer a las masas adolescentes. No llega a los niveles de infamia de Dragones y mazmorras (Courtney Solomon, 2000), pero es francamente decepcionante.

- Un serie de catastróficas desdichas:

A pesar de que el film se vendió con el protagonismo absoluto de Jim Carrey como villano con tirón comercial, en esta interesante adaptación del libro de Daniel Handler ya pudimos ver los primeros pasos de Liam Aiken y, sobre todo, Emily Browning, que ya ha prestado sus morbosas formas a films como Sucker Punch, Plush (donde no escatima en escenas eróticas), Magic, Magic y la próxima Pompeya a cargo de Paul W.S Anderson.

- La brújula dorada:

Antes de hacer Luna Nueva, Chris Weitz ya había probado suerte con la literatura fantástica juvenil con La brújula dorada, basada en la novela Luces del norte, de Phillip Pullman, que forma parte de una trilogía literaria llamada La materia oscura. Al igual que ocurrió con Eragon, y visto los discretos niveles del film en taquilla (a pesar de la presencia de estrellas como Nicole Kidman, Daniel Craig o Eva Green), la saga no tuvo recorrido y su protagonista, Dakota Blue Richards, apenas ha tenido continuidad en su carrera, salvo su participación en la serie juvenil Skins.

- Las crónicas de Narnia:

La burbuja de fantasía surgida a raíz del monumental éxito de la saga El Señor de los Anillos tuvo su continuidad en la adaptación, también en forma de triología, de las novelas de C.S Lewis, de abierta obediencia católica. Las dos primeras a cargo de Andrew Adamson y una tercera dirigida por el impersonal Michael Apted. Tanto Anna Popplewell como Ben Barnes (sobre todo, este último), en el papel del seductor príncipe Caspian, aportaron tirón juvenil (y miraditas furtivas) en una saga en la que la tensión sexual, de existir, estaba muy, muy soterrada.

- Alex Rider: Operación Stormbreaker:

El primer intento (fallido) de convertir a Alex Pettyfer en una estrella juvenil fue con esta discreta adaptación de la novela de Anthony Horowitz, algo así como una especie de Bond teen y para teens que no tuvo mucha suerte en taquilla, a pesar de la presencia de secundarios como Ewan McGregor, Bill Nighy, Mickey Rourke, Andy Serkis y la olvidadísima Alicia Silverstone.

- Memorias de un zombi adolescente:

A diferencia de otras producciones de su estilo, esta traslación a la pantalla de la  novela de Isaac Marion sabe marcar una cierta distancia irónica con respecto al material de partida, y se sitúa por encima de la media gracias a una agradable mezcla de géneros a la que quizá le hubiera hecho falta algo más de mordiente (ataduras del mainstream juvenil). En cualquier caso, una peli que te vende bien un romance entre un zombie (Nicholas Hoult, el crío de Un niño grande ya crecidito) y una humana (Teresa Palmer, que ya anduvo por Soy el número cuatro) merece ser tenida en consideración.

- Soy el número 4:

El irregular D.J Caruso (reivindico The Salton Sea y su estupenda La conspiración del pánico) hace lo que puede con la novela de Pittacus Lore en esta especie de mezcla entre Crepúsculo, Expediente X y Transformers, algo que no es casual si tenemos en cuenta que detrás de la producción se encuentra Michael Bay. Segundo batacazo comercial (y artístico) de Alex Pettyfer como icono de masas adolescente.

- Hermosas criaturas:

Richard LaGravenese, director de las discretas Postdata: Te quiero y Diarios de la calle, adapta de manera curiosa la primera de las novelas de Kami García y Margaret Stohl en una mezcla casi imposible de melodrama teen con popurrí fantástico de brujas, fantasmas y maldiciones. En esta ocasión es el chico (Aiden Ehrenreich) el que ve alterada su aburrida vida cuando conoce a una misteriosa joven (Alice Englert) que oculta muchas cosas. Por momentos roza la bizarrería y sería muy extraño que esta saga tuviera recorrido, pero con el tiempo puede convertirse en una adaptación de culto.

- La huésped:

Otra vez aparece en escena, aunque con bastante menos éxito, la escritora Stephanie Meyer, cuya novela es adaptada por el otrora interesantísimo Andrew Niccoll, realizador de las magníficas Gattaca y El señor de la guerra y guionista de El show de Truman. Un film aburridísimo y algo cutre en cuyo material de partida solo Niccol parece creer, rutinario y completamente desprovisto de ritmo. A ratos parece una telenovela teen de sobremesa basada en La invasión de los ladrones de cuerpos. Lo mejor (o lo único destacable), la espléndida mayoría de edad de Saoirse Ronan.

- Cazadores de sombras:

La fórmula comienza a dar síntomas de agotamiento inequívocas y, a pesar de la presencia de grandes atractivos juveniles como Lily Collins y Jamie Campbell Bower, y otros no tan juveniles como Jonathan Rhys Meyers y Lena Headey, esta descafeinada producción no es más que una variante más de lo ya visto con ángeles guerreros y viajes en el tiempo de por medio. Se deja ver y el temible Harald Zwart lo hace mejor que de costumbre, pero su recorrido como franquicia es bastante improbable. Y su duración, intolerable. Ahora, disponible en Netflix y cada miércoles con capítulo nuevo cada semana (y traducido).

- Jumper:

A priori, esta adaptación de la novela fantástica de Steven Gould lo tenía todo para triunfar: un reparto con Hayden Christensen post Anakin Skywalker/Darth Vader, Jamie Bell y la bellísima Rachel Bilson, secundados por gente como Samuel L. Jackson y Diane Lane; una premisa atractiva -personas con el poder de teletransportarse- y un director eficaz, Doug Liman, que había triunfado con El caso Bourne. Pues bien, el resultado fue un desastre con un guion que acumula lugares comunes y arbitrariedades y una dirección plana y desganada de Liman, con Christensen poniendo cara de Ficus y Samuel L. Jackson pegando voces. Se suponía que había secuela programada para 2015, y estamos en 2016 sin saber nada.

- Divergente:

Ambientada en un Chicago distópico que se divide en cinco categorías: Verdad, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Erudición. Todos los miembros de esta sociedad tienen que elegir, a los 16 años, a qué bando creen pertenecer según sus cualidades. Esa es la premisa de la adaptación del libro de Verónica Roth dirigida por Neil Burger (El ilusionista) y que se estrena el próximo año con protagonismo de los jóvenes y guapos Theo James y Shailenne Woodley y la ya habitual ristra de secundarios famosetes: Kate Winslet, Ray Stevenson, Toni Goldwin, Maggie Q y Mekhi Phifer.


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